Party mix para el Equipo Límite

Miguel Fernández Cid

Catálogo «Equipo Límite. Espai d’art la Llotgeta» 1995

  Aunque no parecen años propicios para grupos y equipos, las límite lo son y nacen en la tierra de los Crónica, Estampa Popular, Realidad o Boix-Heras-Armengol. Un divertido Y sagaz relato, firmado por Joan Abelló, dio cuenta de sus inicios y del primer sentido de su peculiar propuesta. Lo recoge el catálogo de su muestra en el Club Diario Levante, en 1993. Un catálogo abundante en guiños, juegos, homenajes y confesiones, cuyo diseño corresponde a otro pintor amigo de multiplicar sus vidas, Ángel Mateo Charris. El Equipo bebe del ambiente valenciano, pero de un modo drástico y distintivo. Resulta fácil aceptar (cada vez más, lo que se agradece) un conocimiento real del pop y aspectos hoy más olvidados del arte de este siglo, pero sin ese punto de frialdad ordenada y consciente que caracteriza las composiciones de sus antecesores. La pasión se vive muy a flor de piel, muy inmediata. La prueba no está en la aceptación de fórmulas e iconografías que a unos les permite hablar de lo kitsch y, a los no levantinos, de lo que tienen de estallido lúdico las fiestas valencianas. Lo inmediato de esta pasión radica en su modo de presentarse, con análogas dosis de desparpajo y sorpresa. Porque las Límite más que mostrarse kitsch, nos demuestran que ocultamos algo de ese espíritu. De ahí su impulso provocador y las respuestas enfrentadas que encuentran.

  Supongo que el tiempo convertirá en tópico, si no lo ha hecho ya, referirse a la relación de este equipo con el límite. Lo inmediato es decir que no lo conocen, que trabajan sin límite, pero la realidad es muy distinta. Basta pararse un poco ante sus imágenes para comprobar que su lugar es el límite, que son conscientes de hasta dónde quieren llevar las citas, los efectos, los homenajes, los guiños y, por supuesto, las provocaciones. Un cuadro aislado puede despistar; un conjunto lo hace evidente: cada vez utilizan mejor unos recursos cuyas deudas (pop art, cómic, publicidad) matizan de un modo casi perverso. Resulta frecuente la recurrencia a una simetría que prepara y realza la importancia de la zona central, que es donde realmente ocurre lo más nítido del cuadro. Casi siempre, los laterales de estos hipotéticos polípticos resultan complementarios, lo que ayuda a cerrar la imagen y valorar el centro, como diría Arnheim. El cambio de color o la aparición de orlas y estallidos, mantienen, como la vigencia de tintas planas y vivas, la vitalidad del discurso, dando al conjunto aires de seductor “party mix».

  De los primeros cuadros a los actuales se nota un progresivo afianzamiento de los recursos plásticos, de su eficacia. Empezaron con fotocopias y collages, pero han ido dando entrada a la pintura. Curiosamente, un camino que muchos artistas recorren a la inversa. Frente a quienes tientan efectos a la moda buscando introducir la fotografía en sus propuestas, en el Equipo Límite domina otra idea, la búsqueda de tensa estabilidad. Ese signo introduce un elemento de orden en sus imágenes, cada vez más rotundas, en parte por la limpia resolución de los cuadros.

  La vitalidad reaparece gracias a fuertes dosis de una ironía que sabe ser corrosiva, apoyándose en títulos que actúan como complemento de choque ante las imágenes. También en el modo de combinar la plenitud de motivos propios del mundo del cómic y los dibujos más linealistas de ilustradores de enciclopedias y antiguos libros de textos. Lo significativo es la manera como hacen dialogar elementos nunca en reposo. Porque a la hora de unir, el tono elegido es de una sorprendente (provocadora, turbadora) contundencia, aunque en la resolución todo se equilibra. Un pulso entre lo drástico y lo dulce que mantienen con incontestable eficacia.