Los consejos de nuestros expertos

Joan Abelló

Catálogo "De Límite para tí: xe què bo, xe què fi" 1993

  Nadie podría suponer que de una feliz mezcla de actividades artesanas como el copy art y el collage surgiera una de las propuestas más provocativas que hoy en día se pueden imaginar y soñar en el Pais Valencià: el Equipo Límite. Esta denominación esconde un colectivo formado por dos pintoras (Carmen Roig y Esperanza Casa) con recientes estudios académicos de Bellas Artes concluidos y un curriculum considerable de premios y becas. Su pintura, dicen, es de un intenso sabor mediterráneo. Equipo Límite, sin embargo, se inspira en un extenso conocimiento del arte contemporáneo, y si su actividad en un primer momento nos puede parecer impulsiva y afectada de sincronías y parcialidades, beben de todos y cada uno de los recursos recuperables a partir de una lectura diacrónica del desarrollo de la expresión artística durante nuestro accidentado siglo. En efecto, sus imágenes robadas al mundo de la publicidad o de las mass-media son objetos encontrados al azar que combinados con ironía producen ready made rudimentarios y sorprendentes. La imagen definitiva es un puzzle con enigma. Los colores puros y planos, y las anécdotas, recuerdan el mundo del cómic. Y aquí no es gratuito la mención de su fascinación por la Pop Art americana, que tuvo en Valencia una influencia enorme y con resultados de gran calidad en colectivos como Equipo Crónica (1964-1981) y Equip Realitat (1967- 1976), ambos de claro y evidente contenido político. En su semántica y contenidos, paradójicamente, encontramos amplias referencias con el arte conceptual de los 70. Pero coincide en ambas tendencias artísticas por su crítica social a unos objetos que descontextualizados y habiendo perdido su tamaño habitual expresan el sinsentido de la sociedad industrial y la lírica del desecho. A lo que hay que añadir a partir de su particular genius loci que su crítica sarcástica y feroz se convierte en una imagen virtual de la realidad desencajada por un mosaico de obsesiones y, en definitiva, en un juego apasionante, divertido y transparente.

  Su producción lenta y cuidadosa rompe el tópico del signo robado o del símbolo equívoco, establece código de lectura, a partir de la sorpresa, el sarcasmo pero nunca el engaño.

  Todo son héroes de papel en un paraíso de opereta. Más allá de la representación icónica queda la crítica a una plutocracia artística, el enfrentamiento a una jerarquía académica e incluso a un kitsch anquiloso, expresión superficial de un substrato hortera que más de uno ha utilizado, sin apenas digerirlo.

  Es verdad que hay un acuciante abuso en el panorama artístico valenciano, de un imaginario dócil y adocenado con reminiscencias pop, con sabor a estampa religiosa Opus Dei exento del frescor y además sin cohesión alguna. En Inter Arte -última edición- tuvimos ocasión de tropezarnos con más de un mural publicitario, o graciosas confecciones con retratos de próceres y famosos. Contrariamente a este pésimo fenómeno es el soplo de inspiración, o erudita semántica la que une a todos y cada uno de los elementos de la tela, de las telas de Equipo Límite, donde nada es gratuito porque obedece a la reflexión que se cuece en largas horas de espera y de taller. Si a Joan Miró le han pillado los apuntes y bocetos de sus cuadros y se ha descubierto que cualquier estrella, círculo o signo obedece a una larga meditación que a veces le ocupó años de su vida, Equipo Límite colecciona imágenes de nuestra sociedad que se unen y rehuyen en ese subconsciente fértil y colectivo de dos artistas enfrontadas, y se plasman a fuego lento sin las prisas de la propia sociedad que las genera. Estoy seguro que su pintura nos pertenece, pertenece a nuestro tiempo, a nuestra cotidianidad. Si la escuela Flamenca fue el fiel reflejo de la sociedad de su época, la pujanza de las ciudades de la Liga Hanseática, la formación de una clase burguesa dispuesta a afianzar su poder en las ciudades libres, convertidas en emporios comerciales, en encrucijadas de intercambios. La pintura de Equipo Límite -por su parte- obedece a la disparidad actual de lenguajes artísticos, a la confusión del objeto del arte contemporáneo, a una crisis incluso de identidad nacional de una sociedad bilingüe, a una desconfianza del mercado del arte hacia los valores novedosos tildados hasta hace bien poco como arte joven. La pintura de Equipo Límite, es -en definitiva-, expresión de un profundo desencanto y hastío y por eso se complace en retratar los diversos lenguajes de una sociedad ciega y sin rumbo.

  Son esos símbolos provenientes del mundo de la publicidad los que más enfatizan el desacuerdo entre los distintos estamentos, el vacio mensaje consumista se ve afortunadamente reinterpretado por una sutil crítica social. De ahí que el carácter anteriormente artesanal (collage de diversos elementos, etc.) da paso a una mayor madurez que se traduce en una mayor presencia de la pintura, por no decir absoluta, en las obras. Iconos navegando por un mar Mediterráneo tempestuoso y embravecido conservan aún el estupor del adolescente ante un mundo complejo y estructurado, pero también la heroicidad irresponsable del revolucionario suicida, que prevé como última solución la muerte en holocausto. Esperemos que este no sea el caso de tan singular tándem en el inicio de su periplo artístico, en tan taimadas y procelosas aguas. Mucho hay que esperar de estas hacederas de imágenes y transgresoras del sentido, como mucho hay que esperar de esta galería singular que las apoya, a capa y espada, contra el bierzo de Calanda y la tramuntana de Figueres.